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Yo soy un poco de todo, he sido zanahoria de niña, hasta los 12 cuando murió mi madre y me convertí en lágrimas guardando el dulzor y suavidad de la zanahoria en mi corazón mientras me convertía en un huevo fresco. Me cuidaron para que no me rompiera, pero comprendí que era temporal, el calor me endureció solo la clara, y fue bueno. Cuando terminó mi adolescencia tenía que aparentar ser un huevo fresco, pues ya no había nada que me protegiera más que mi cáscara. Todos se habían marchado. Enfrentar la vida sin experiencia sería difícil, pero quería proteger ese trocito de zanahoria que pude conservar en mi corazón de huevo medio cocido. Podía fingir ser fresco y buscar oportunidades, la dureza de mi clara me permitió rodar sin perder la compostura, sobreviví hasta que me toco amar para construir un hogar. Fue cuando perdí mi cascará y quedé malherida, ya solo me quedaba el amor a mis crías, mi única justificación para continuar.   Una parte de mi corazón se secó, me dejo inhabilitad...
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Mariposa Buho

  La narración de hoy fue inspirado por una pregunta trivial de mi clase  ¿Qué animal te gustaría ser?  La verdad me toco pensar... aquí le dejo un residuo de lo que pensé:     Sus larvas eran de un verde hermoso, de un verde vivo, como es el rojo de sangre de las arterias al oxígeno, es el verde de esta larva a la vida, a su mariposa enorme de ojos de Buho,   esa que vi por años alimentarse de mi árbol y de vez en cuando alguna de estas mariposas descansaba sobre las rejas de mi ventana de trabajo y me miraban con la confianza de que no las espantaría.  Las larvas eran gigantes, con dos cabezas, y sus púas enormes segregaban veneno si las tocaban. No por ello dejaban de ser hermosas.    Su presencia completaba un ciclo de vida cuando eran cazadas por unas aves grandes con la cola larga en negro y amarillo, su pecho era de un rojizo dorado y su pico delataba su parentesco con las águilas.   Algunas larvas de las más grandes lograba...

Voy a escribir un anecdotario.

  Publicado el 28 mayo, 2022 por Maria Royuela Cada día escribiré y publicaré lo que hago y pienso. Usaré recuerdos personales de mi pasado y como me has servido de herramientas para lidiar con este presente en un entorno desconocido. Desde hace algunos años aprendí a ser leal a la verdad, y cuando alguien me dice que ESCRIBE UN LIBRO me pone en una situación difícil, pues crear una fantasía humana implica crear una mentira y creérmela para poder sostener una historia. Solo así lograré que un público me lea con vehemencia, con interés para leer lo que sucederá al día siguiente, No sé escribir en modo ausente, pues yo soy quien lo escribe, puedo decir que imagine una situación determinada o puedo ocultar de mi anecdotario situaciones comprometedoras. Toda obra tiene un autor, y cada autor está influenciado por la vida que ha llevado. Por sus estados anímicos en la memoria de sus recuerdos o por el estado anímico del momento en ...

Cuando la luz se apaga

  Publicado el 2 julio, 2022 por Maria Royuela   Cuando las ganas de vivir se van diluyendo, comienzan con fracasos leves que se van encadenando con otros fracasos. Entre fracaso y fracaso habría alguna alegría que sana un pedacito de frenazo. Si se sumaran las alegrías y se encadenaran, posiblemente cercarían a los fracasos y los arroparían para lanzarlos al baúl de los olvidos. Hace unos años viví una situación extraña, pues aún la analizo y no le encuentro explicación. Estaba en una temporada de crisis nacional, aquel viernes negro que dejo a miles de ingenieros y personal de la construcción desempleados. Donde vivía, no había teléfono ni transporte público; sin embargo, muy denso de viviendas y vecinos. Tendría unos 25 años. En aquella época tenía un novio con quien había mantenido una relación de más de 6 años. En esa época la relación estaba deteriorada, pues él viajaba a la otra punta del país a trabajar y cuando regresaba solo ...

Lindo poema latinoamericano que inspira

  Mi ABUELA Publicado el 4 julio, 2022 por Maria Royuela “Trenzaré mi tristeza. Decía mi abuela que cuando una mujer se sintiera triste lo mejor que podía hacer era trenzarse el cabello; de esta manera el dolor quedaría atrapado entre los cabellos y no podría llegar hasta el resto del cuerpo; había que tener cuidado de que la tristeza no se metiera en los ojos pues los harìa llover, tampoco era bueno dejarla entrar en nuestros labios pues los obligaría a decir cosas que no eran ciertas, que no se meta entre tus manos- me decía- porque puedes tostar de más el café o dejar cruda la masa; y es que a la tristeza le gusta el sabor amargo. Cuando te sientas triste niña, trénzate el cabello; atrapa el dolor en la madeja y déjalo escapar cuando el viento del norte pegue con fuerza. Nuestro cabello es una red capaz de atraparlo todo, es fuerte como las raíces del ahuehuete y suave como la espuma del atole. Que no te agarre desprevenida la melancol...